Mis lagrimas salen sin necesidad de pensar en lo que está mal, porque es demasiado claro. Es como si me tratara de un inmigrante rechazado en esta ciudad, sin lugar a donde ir, deseando desaparecer para siempre.
Y así vuelven mis ideas suicidad, pensando en ingerir pastillas, las que sean, ahora no soy demasiado exigente para elegirlas, solo quiero dormir, dormir y dormir. Y si tengo suerte no volver a despertar, pero tengo miedo.
¿Miedo de qué?
Miedo de despertar en un hospital como la última vez.
Miedo de despertar y ver a mi madre llorando, maldiciéndose por lo que hice.
Miedo de volver a ingresar a una clínica psiquiátrica, de hacer terapia, de revivir mi pasado.
Miedo de no poder mirarme al espejo para maldecirme, porque me encanta.
Miedo de ya no poder cantar aquellas tristes canciones que narran mi vida y me deprimen cada vez más,
Sólo por la simple razón de hacer las cosas mal, de no sólo no dejar esta vida, sino de arruinarla más de lo que está, que por momento pienso que es imposible que esté peor.
Quisiera que alguien me dijera que va a estar todo bien, que no tengo que preocuparme y que juntos podremos salir adelante y que alguien me abrazara. Sé que si lo hiciera sólo podría quebrarme y no sé si me detendría, tengo demasiadas lagrimas guardadas.
Pero tengo miedo.
